3 preguntas que le hice a mi adolescente, después de que vi la serie “Adolescencia”
Hay series que entretienen y se olvidan.
Y hay otras que, sin darnos cuenta, se nos quedan dentro.
No por la producción, no por los actores…
Sino porque nos hacen pensar en nosotros, en nuestra historia, nuestra familia, en lo que fuimos, somos y estamos formando.
“Adolescencia” es una de esas.
Por eso, hoy no vengo a analizar la serie, la situación o las respuestas de los personajes.
Vengo a proponerte algo mucho más simple (y que podría ser más difícil):
Que uses la serie como excusa para hablar.
Sí, solo eso. Hablar.
Sin tener todas las respuestas, sin dar cátedra.
Solo hablar.
Y para que no nos pase la frase típica de “Y ahora qué le digo”; te quiero compartir 3 preguntas, que no son mágicas, pero que pueden sí o sí, abrir la puerta de una conversación valiosa, para conocerlos (a nuestros hijos) más y mejor.
1. ¿Qué cosas sientes que no puedes decir en voz alta?
A veces los adolescentes no se callan. Y otras veces, no dicen nada…
Pero, todos en algún rincón, tienen algo que sienten, que piensan o que viven; y que no se atreven a nombrar.
Esta pregunta no es para que confiese todo, calma… es para que sepa que tú estás ahí; que estamos ahí para ellos; incluso para eso que cuesta decir.
2. ¿Qué te gustaría que yo entendiera mejor de ti?
Así, tal cual.
Esta pregunta desarma. Porque le damos “poder”.
Le estamos diciendo: “Dime tú por donde empezar… dime tú qué cosas no estoy viendo”
Puede que te diga algo que no esperabas, puede que te diga “no sé”, pero definitivamente va a sentir que, por fin alguien le pregunta sin juzgarlo(a).
3. Para ti, ¿qué hace que alguien sea una buena persona?
Esta pregunta puede parecer sencilla, pero tiene mucha más fuerza de la que aparenta. No estamos preguntando si alguien es bueno o malo. Estamos llegando a su brújula interna, sus criterios, lo que valora de verdad en los demás… y en sí mismo.
Tal vez te diga que una buena persona es quien respeta, quien no traiciona, quien ayuda, quien escucha.
Tal vez te diga que no lo había pensado nunca.
O tal vez te diga que no lo sabe.
Y está bien. Lo importante no es que tenga la respuesta perfecta. Lo importante es que empiece a pensar en eso.
Porque cuando un adolescente pone en palabras lo que valora, empieza también a definir quién quiere ser.
Y tú puedes aprovechar ese momento para reforzarle algo clave:
“Tú no tienes que ser perfecto, pero puedes esforzarte por ser una buena persona cada día. Y yo estoy aquí para acompañarte.”
No tenemos que hacer las 3 preguntas de GOLPE.
No tenemos que esperar respuestas perfectas.
A veces sembramos conversaciones que dan fruto, después…
Pero, si hoy logramos que nuestro hijo(a) nos mire y piense: “Puedo hablar con mi mamá o con mi papá sin miedo…”
Entonces ya ganamos.